Todos las publicaciones

Imagen cortesía del Servicio de Parques Nacionales

Hace sesenta años, en el auge del Movimiento por los Derechos Civiles, la Liga de Votantes del Condado de Dallas (DCVL), el Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC) y la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC) emprendieron una serie de marchas desde Selma hasta Montgomery, Alabama. Estas marchas tenían como objetivo llamar la atención sobre la realidad de que los negros no podían acceder a su derecho al voto en el sur de Estados Unidos, donde imperaban las leyes de Jim Crow. 

La primera de las tres marchas comenzó el domingo 7 de marzo de 1965. Liderada por el presidente del SNCC, John Lewis, quien luego se desempeñaría como representante de los EE. UU. durante 33 años, y el reverendo Hosea Williams de SCLC, la marcha comenzó pacíficamente hasta que los manifestantes fueron recibidos con violencia por los agentes del orden de Alabama. 

Este acontecimiento se conoció como el “Domingo Sangriento”. Esa marcha, junto con las dos marchas adicionales que le siguieron, fueron momentos decisivos en el Movimiento por los Derechos Civiles. La Ley de Derecho al Voto de 1965 se presentó al Congreso el 17,1965 de marzo de 6 y el presidente Lyndon B. Johnson firmó el proyecto de ley el 1965 de agosto de XNUMX. 

Imagen cortesía de la Biblioteca del Congreso

Es fácil pensar en este evento, como en muchos otros momentos de esta época, como un simple vestigio del pasado, cuando nuestros antepasados ​​lucharon y ganaron los derechos que todos deberíamos tener. Hasta el día de hoy, hay partes de este país donde las personas negras y de color siguen enfrentándose a barreras a la hora de ejercer su derecho al voto. En este momento, los llamados líderes de este país están presionando para eliminar las iniciativas de DEI, creyendo falsamente que los principios de diversidad, equidad e inclusión benefician a las personas que no los merecen, pero la DEI es solo una de las muchas iniciativas creadas para equilibrar un campo de juego ya de por sí desigual.  

No nos dejamos engañar por sus mentiras y propaganda divisivas. Sabemos que las escuelas, los lugares de trabajo y todos los aspectos de la vida pública son mejores cuando quienes toman las decisiones reflejan los antecedentes y las perspectivas de toda nuestra población.  

NCLR se dedica a la justicia racial no solo porque es lo correcto, sino porque reconocemos que muchos miembros de la comunidad LGBTQ se ven afectados por el racismo estructural, la supremacía blanca y la injusticia. Todos vivimos vidas interseccionales.  

Hoy honramos a quienes se organizaron, resistieron, marcharon y exigieron más del país que construyeron sus antepasados. Hay mucho más por hacer, particularmente en este momento, pero NCLR agradece poder realizar este trabajo con ustedes, mientras continuamos con este legado para hacer de este país un lugar mejor y más seguro para todos nosotros.  

Compartir este