Jenniffer Spencer cumplió una sentencia de 10 años de prisión por posesión de un automóvil robado y un intento fallido de fuga que ocurrió cuando era una adolescente. Mientras estuvo encarcelada en Idaho, Spencer, una mujer transgénero, hizo 75 solicitudes de tratamiento para su trastorno de identidad de género (GID), pero el Departamento de Correcciones de Idaho (IDOC) no le brindó la atención adecuada.

Spencer intentó suicidarse cuando se enteró de que los médicos de la prisión no le proporcionarían ningún tratamiento y, finalmente, le extirparon sus propios genitales con una cuchilla de afeitar desechable, casi desangrándose hasta morir en el proceso. El 27 de julio de 2007, el juez Mikel Williams del Tribunal de Distrito Federal del Distrito de Idaho dictaminó que, basándose en un extenso testimonio médico experto, Spencer tiene derecho a recibir terapia hormonal femenina mientras se decide su caso. El juez Williams sostuvo que "el trastorno de identidad de género, si no se trata, es una condición de salud mental potencialmente mortal". El 7 de septiembre de 2007, el juez Williams rechazó una moción de reconsideración y nuevamente sostuvo que Spencer debe recibir terapia hormonal. Jenniffer comenzó a recibir asesoramiento y tratamiento hormonal adecuados en el otoño de 2007. Debido a que hay tan pocas decisiones que abordan este importante tema, esta es una tremenda victoria que puede allanar el camino para otros prisioneros transgénero a quienes se les niega la atención médicamente necesaria.

En julio de 2009, el caso se resolvió a satisfacción de todas las partes. Jenniffer salió de la cárcel a finales de 2009.

Los abogados adjuntos de NCLR fueron Sheryl Musgrove, Morrison & Foerster LLP y la firma de Idaho Stoel Rives, LLP.