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Esta noche, el presidente Obama pronunció su tercer discurso sobre el estado de la Unión, que se centró en construir una recuperación económica duradera.

Por primera vez en la historia de nuestra nación, dos lesbianas —la Coronel de la Fuerza Aérea Ginger Wallace y Lorelei Kilker— estuvieron entre el selecto grupo invitado a asistir al discurso como invitadas de la Primera Dama Michelle Obama.

Wallace es un oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea que sirvió en la guerra de Irak. Cuando recientemente fue ascendida a su rango actual, su pareja participó en su ceremonia oficial de colocación de alfileres, convirtiéndose en la primera pareja del mismo sexo en ser incluida en dicha ceremonia. Esto fue posible solo porque la tan esperada derogación de la política discriminatoria de “No preguntes, no digas” finalmente permitió que Wallace y otros miembros del servicio lesbianas, gays y bisexuales sirvieran con orgullo y abiertamente.

Kilker es un químico ambiental que formó parte de la demanda colectiva del gobierno para asegurar la igualdad de salarios, capacitación y oportunidades de promoción para las mujeres. Kilker presentó una demanda en su nombre y en el de otras mujeres en Western Sugar Cooperative. Con un fuerte apoyo de la Comisión de Igualdad de Empleo y Oportunidades, la empresa acordó un acuerdo importante en nombre de Kilker y sus compañeros de clase.

El simbolismo de tener dos mujeres abiertamente lesbianas incluidas tan visiblemente en el discurso del presidente de esta noche dice mucho sobre la inclusividad sin precedentes de esta administración. El discurso de esta noche también nos recordó otra simple verdad que debemos recordar antes de la temporada de elecciones. La economía es un problema LGBTQ. Debe protegerse el derecho fundamental al trabajo y a hacernos la vida y la de nuestras familias, y necesitamos líderes como el presidente Obama que comprendan esto.

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