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NCLR trabaja a nivel local, estatal y federal para garantizar que los prisioneros LGBTQ estén alojados de la manera más segura posible y tengan acceso a atención médica que les salve la vida.
Las personas LGBTQ alojadas en prisiones y cárceles enfrentan graves problemas relacionados con su sexualidad e identidad de género. A menudo son colocados en viviendas segregadas “para su propia protección”, lo que los priva de trabajos, educación y otros programas que podrían acortar sus sentencias y prepararlos mejor para su liberación.
Cuando los presos son puestos en régimen de aislamiento, por lo general pasan 23 horas al día solos en sus celdas con solo una hora para hacer ejercicio o bañarse (también solos). El confinamiento solitario es extremadamente peligroso para la salud mental de los presos. Los reclusos transgénero también enfrentan serios problemas para obtener hormonas y otros cuidados médicos, y corren un riesgo extremo de ser agredidos sexualmente por el personal u otros reclusos.
Continuaremos trabajando con funcionarios locales, estatales y federales para garantizar que los presos LGBTQ estén lo más seguros posible, que los presos transgénero sean alojados de acuerdo con su identidad de género y que los presos LGBTQ tengan acceso a la atención médica adecuada.